Cuando estamos bien, no recuerdo la última vez que estuvimos mal.
Cuando estamos bien, no puedo creer que estemos así. No puedo entender que alguna vez estuviéramos mal.
...Hasta la misma rutina de todos los días es agradable y bienvenida; presente de paz y futuro de planes.
...Nos entendemos con una simple mirada, y las palabras sobran, complementan.
Cuando estamos bien, todo parece fantástico y sabemos que juntos podemos resolver cualquier problema.
Cuando estamos mal, no recuerdo la última vez que estuvimos bien.
Cuando estamos mal, no puedo creer que estemos así. No puedo entender que alguna vez estuviéramos bien.
...La rutina diaria es eterna e inmutable como una maldición; el pasado nos duele y el futuro es negro.
...Los ojos son rayos que disparan, y cada palabra lastima, implacable.
Cuando estamos mal, todo parece terrible, una catástrofe sin solución que nos aplasta.
Nuestra relación es como una zona de terremotos,
vivimos con la angustia de lo que puede pasar.
El suelo tiembla y todo lo que construimos se derrumba.
Pasamos largo tiempo entre los escombros pensando si tiene sentido intentar levantar todo una vez más.
La esperanza que nos mueve es encontrar un día debajo de las piedras los restos del amor que tuvimos.
Y que los nuevos cimientos sean tan resistentes para soportar al final tantos temblores.
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