Trabajo Infantil y Adolescente
Me llegó en estos días un correo electrónico con una campaña de comunicación relacionada al problema del trabajo infantil

(http://www.trabajo.gob.ar/conaeti/institucional/infantil.html).

Con el tiempo este tipo de avisos fueron cambiando, antes se limitaban solamente a informar sobre una situación particular para que uno tome conciencia, pero en la actualidad las llamadas "campañas virales" apuntan a que además de recibir el mensaje seamos un eslabón más de la cadena que lo propague exponencialmente a más personas.

Se agregó asimismo otro factor muy interesante que promueve la participación de los individuos como clientes, como consumidores. Por ejemplo, se publica el resultado de una investigación donde se descubre que una importante marca de zapatillas tiene una fábrica en Indonesia que contrata chicos de 10 años para fabricar calzado por centavos que luego venden en América o Europa por cientos de dólares. No solamente se expone con estos métodos a las grandes compañías sino que también se impulsa entre los usuarios un boicot hacia las empresas esperando que así desistan de este tipo de actividades, si no ilegales por lo menos inmorales.

El asunto del trabajo infantil es algo delicado, por supuesto que es condenable toda explotación y todo tipo de actividad que los aleje de su niñez. Porque si bien es cierto que existen mundialmente leyes que protegen los derechos de los niños, todos saben que en muchos casos es un tema flexible donde a veces es aceptado (jóvenes actores, artistas, modelos, deportistas, etc.) que incluso acepta distintos límites según edades y hasta excepciones según el tipo de trabajo, riesgos y cantidad de horas (Ley Nro 26.390 sobre Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente). El artículo "Tarjeta roja al trabajo infantil" de la página mencionada más arriba cierra con este brillante párrafo:

"El mundo del trabajo es un mundo adulto, con exigencias físicas y mentales desmedidas para los chicos. Los niños tienen que desarrollar su personalidad mediante los juegos y a través de la relación con sus amigos y familiares."

Ahora, cambiando un poco el tema y viendo otro ángulo, en casos de adolescentes y pre-adolescentes donde no se ve afectada su niñez normal, y cuando no incluye explotación: ¿es realmente tan condenable el trabajo infantil o es nada más que una postura cultural actual, una protección excesiva e innecesaria? ¿Deben los jóvenes dedicarse únicamente a estudiar y a vivir sin preocupaciones o correspondería que ayudasen en lo posible al bienestar y progreso de sus familias, y al suyo propio como futuros adultos?

En tiempos pasados era común que los chicos se dedicaran a todas sus actividades dentro del ámbito familiar, inclusive al aprendizaje y al trabajo. Desde pequeños ayudaban según sus posibilidades y con el tiempo recibían tareas más complejas o que requerían mayor esfuerzo. Cuando llegó la revolución industrial y el trabajo de los padres se mudó de los campos a las fábricas, hasta se vio como algo natural que incluso los hijos cumplieran trabajos similares.

Yendo al extremo absurdo, se podría decir que las restricciones actuales son una forma más de discriminación de los adultos, una manera de mantener separada y controlada a la amenaza inmadura. "Ustedes son casi seres humanos que sirven únicamente para ir a la escuela y para dedicarse a sus juegos inútiles", diría uno de estos mayores, atemorizado. Y en sus reuniones secretas plantearían: "Tenemos que hacer algo con este enemigo, ya captaron la total atención de nuestras esposas e hijos/hijas, ¡y ahora van por nuestros trabajos!".

Poniéndonos serios de nuevo, es frecuente hablar de la barrera que separa la etapa de aprendizaje de un individuo de aquella etapa laboral donde debe salir a edificar su vida como adulto. No es raro que éste sea un límite muy difícil de superar. ¿Qué sería lo mejor, entonces, una infancia solo de estudios y juegos como preparación mental y social para el futuro, o también se debería incluir una integración progresiva a la vida adulta? Me parece que a pesar de siglos de civilización todavía no encontramos una respuesta adecuada.

La juventud actual debe lidiar con muchísimos problemas que pueden estar relacionados a esto: la indiferencia con las cosas que pasan a su lado, la sensación de falta de pertenencia con la sociedad, la depresión por no encontrar su lugar, la carencia de metas y objetivos en la vida... La escuela secundaria es un primer paso necesario pero, ¿cuántos pueden decir que lo que aprendieron en esos años les sirvió en su adultez? ¿quiénes pueden negar que lo más importante de esa etapa es el aspecto social de relacionarse con sus compañeros?

Hay un nexo necesario que está faltando, una unión entre las dos etapas de la vida que no se está teniendo en cuenta. En algunas empresas se realizan pasantías que ayudan a incorporar a los jóvenes a la vida laboral, pero se necesita más aún. Hace falta un plan generalizado que brinde apoyo, sustento a los adolescentes, que les dé herramientas para permitirles descubrir su brillo interno y los acompañe en el camino que elijan. Y no me refiero solamente a la enseñanza de nivel superior sino a cómo salir a construir su mundo con sus manos.

Pero todo esto formaría parte de otra campaña, que tal vez algún día con suerte reciba en un correo electrónico que nos pida sumarnos y difundir.
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