El Manicomio de Batman (Todos Estamos Locos)
No soy de esas personas que sienten fascinación por los héroes de las historietas pero cuando tengo que elegir cuál me gustaría ser no dudo en elegir a Superman por sus poderes, su invulnerabilidad sobre el resto de los mortales y su capacidad de volar, por supuesto. Pero también me resulta extremadamente atractiva la historia de Batman, porque es una persona normal sin ningún superpoder, que se reviste con su traje y se apoya en unos pocos artificios para enfrentarse a la maldad del mundo. Además el universo de este héroe (más allá del colorido que se le agregó en ciertas versiones) muestra escenarios oscuros donde los villanos no se fundamentan solamente en las malas acciones sino que su principio básico es la locura, amplia y sin disimulo.

Lo que más me llamó la atención desde siempre es que Batman en general termina derrotando y apresando al malvado, pero éste nunca va a la cárcel sino que se lo aloja en algún instituto de salud mental de donde invariablemente se escapa al poco tiempo. Esto no solo es distinto a lo que se muestra en otros cómics sino que además es como si de cierta forma pusiera a los villanos en una posición alejada de nosotros: si éstos fueran encarcelados estaríamos admitiendo que su excesiva maldad es algo que forma parte de la humanidad, pero al considerarlos dementes estamos tomando distancia, mintiéndonos a nosotros mismos diciendo que la única explicación a su comportamiento es que no son nuestros iguales, presentan alguna falla. Los niños aceptan esta respuesta que los tranquiliza y los adultos descansan en la enseñanza de lo que es moralmente correcto. Todos aceptamos que la locura tiene un orden superior a la maldad en la justificación de los actos.

Para los villanos y para las historietas esta solución es conveniente. Formando parte de una prisión serían CONDENADOS que deberían asumir un CASTIGO por sus acciones que hasta podría incluir la pena de muerte, en cambio como PACIENTES de una institución mental deben enfrentarse a lo sumo a un TRATAMIENTO intensivo. Además durante su encierro no se espera que se comporten correctamente y pueden seguir siendo esencialmente como son (porque están locos, ¿no?) y, por sobre todas las cosas, convengamos que estando en un manicomio pueden escaparse o aspirar a salir más fácilmente que de una cárcel y reinsertarse en la historia. Vemos acá que la relación de la ficción con la realidad NO es pura coincidencia cuando cualquier abogado considera una victoria para su defendido declararlo inimputable por sus acciones aduciendo insanidad mental.

En las historietas de Batman encontramos también que los archivillanos lo odian profundamente, pero no tanto por ser quien con más fervor se opone a sus planes sino en mayor medida porque ellos saben que es uno más entre los locos viviendo su vida oculto por un disfraz, en forma hipócrita él y la sociedad que lo deja cumplir impune su papel mientras les sirva. Los agentes de la ley en este universo no pecan tanto de ineptos sino que suelen aparecer como desorientados sin poder comprender la locura a la que se enfrentan. En cambio Batman no solamente la entiende sino que presume de habilidades detectivescas cuando descifra los elaborados planteos del mal. Obviamente el poder para comprenderlos se basa en que él comparte una mentalidad similar.

Al momento de evaluar, entonces, por qué hacemos las cosas que hacemos resulta muy difícil dejar de lado que el cerebro que heredamos de la naturaleza también domina nuestros actos enmascarado en lo que llamamos nuestra voluntad, pero, ¿será siempre la locura una justificación válida para cualquier equivocación? Si nuestro comportamiento (hasta la moralidad en definitiva) depende de que funcione correctamente la mente, ¿quién puede decidir que alguien está mentalmente sano o no? ¿Acaso existe alguna persona que puede afirmar que posee un cerebro perfecto?

Tal vez todos estemos un poco locos en definitiva. Y si un día Batman se da cuenta de su locura, ¿cómo podría seguir con su trabajo de héroe, poniéndose el traje y sanando al mundo sin saber si su verdad es la correcta verdad? Ese día no estaría en condiciones de salir a la calle, se quedaría paralizado por sus propias dudas. Si algo así le puede llegar a ocurrir a una persona extraordinaria, ¿qué queda para el resto de nosotros, el común de la gente? ¿Cómo podemos vivir la vida con nuestra locura a cuestas, sin saber nunca si vemos el mundo como realmente es, si somos dueños de la razón y la verdad o todo es nuestra pura imaginación?
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