
Juan Pérez se desarrolló plenamente como un joven de enorme madurez y gran cultura, que canalizó su base de conocimientos formando desde temprana edad un plan de vida muy firme. Pasó largos años, aún con el apoyo de sus padres, estudiando para perfeccionarse en lo suyo, y consiguiendo luego de forma impetuosa sus primeros trabajos donde sobresalió por sus grandes méritos.

El problema de creerse el ombligo del mundo es que no nos damos cuenta de que lo creemos, y aunque nos lo digan, ignoramos o desestimamos a quien nos lo hace notar, justamente por haber tomado esa posición. Solo cuando algo nos sacude la estantería, nos mueve de nuestro lugar y nos tumba dejándonos como a un árbol caído con las raíces desnudas, es cuando al fin nos damos cuenta de que somos imperfectos, y que todo lo que dábamos por cierto era una ilusión. Nos despertamos de un sueño cómodo y feliz para descubrir que aún peor que el fin de una dulce fantasía es ver cuán diferente es el mundo realmente.

Juan Pérez nunca dejó su cómodo lugar en la cueva. Hizo todo lo correcto en el momento indicado, no fue su culpa. El único error fue no haberse atrevido a equivocarse nunca en la vida, no haber jugado sus fichas por un gran amor, no haber sufrido una gran desilusión, un desengaño, no haber llorado al destino desde muy adentro para resurgir fortalecido después.
Juan Pérez murió solo llevándose sus ideas y principios a donde nadie lo acompañó. Hoy lo recuerdo por lo que pudo haber sido más que por aquello que fue. Después de todo, la historia de Juan puede ser la de cualquiera de nosotros, encerrados en nuestro ombligo.
Comentarios
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2 comentarios:
¡¡¡Muy bueno!!! Y fuerte, te deja pensando bastante. ¡Saludos, Gus!
Muy loco pensar q muchos tuvimos años d Juan, aunqu tal vez no toda la vida...y entender q por mas señales q haya alrededor, no se despierta a la realidad mas cuando se està preparado para verla y tomarla...
no hay mas q sentir agracediciemto a no se sabe bien que cosa, nos haga de repente reaccionar, a cuanto estìmulo nos despierte a vivir realmente...
un beso
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