
La Primavera es algo primario en nuestras vidas, todos conocen esa palabra desde muy pequeños, y no hace falta dar mayores explicaciones sobre su significado luego de pronunciarla. Millones y millones de personas la mencionan continuamente en decenas de idiomas y dialectos; es referida por niños y adultos, hombres y mujeres en cualquier ámbito y ocasión, en las calles, en las plazas, en oficinas y hogares, en la televisión, en la radio y en los periódicos. Lo curioso es el enorme poder de esta palabra, siendo que ha entrado en nuestro vocabulario solo recientemente: la Primavera fue inventada hace 75 años.
Todos conocen al inventor de la Primavera, es una gran celebridad a quien se rinden honores permanentemente. Cuando recibió el Nobel, fue necesario crear una nueva categoría del premio para identificar de forma única a este extraordinario aporte a la humanidad. Antes de este logro no existía una manera sintética de describir la época anual entre el invierno y el verano, pero por suerte gracias a su invento ahora podemos hablar de este acontecimiento sabiendo que todos pasamos por este tiempo de cambio y renacimiento, que compartimos los mismos sentimientos y que todo lo que nos pasa sucede también para los otros. Fue un gran hito en la historia el día en que las personas encontraron una palabra común para referirse a lo mismo.
Recientemente he tenido, sin embargo, discusiones con ciertos conocidos que dudan sobre la importancia de la Primavera, asegurando incluso que se trata únicamente de un sustantivo aplicado a algo que ni siquiera existe, que es solo parte del movimiento de nuestro planeta y una simple transición entre un punto A y un punto B, y que en realidad es un hecho más subjetivo que objetivo. También dicen que ni siquiera pudo haber sido inventada porque no es algo concreto sino meras sensaciones colectivas.
Es posible que tengan razón en cierto aspecto. Estuve pensando igualmente que es innegable la fuerza de algunas palabras cuando se trata de mostrar a los demás aquellas cosas escondidas en nuestro interior. Pasé largo tiempo armando una lista de estas palabras y hasta se me ocurrió intentar la idea de inventar nuevos términos (en parte para ganar un Nobel, no voy a negarlo) que pudieran ayudar a las personas a manifestar lo que llevan guardado en el pecho y hoy no pueden gritarlo a los cuatro vientos.
Fue entonces que me di cuenta de que en realidad todas las palabras que necesitamos ya fueron inventadas y que lo único que nos hace falta es el valor de abrir nuestro corazón a los demás, que es infinitamente más importante poner en un centenar de frases lo que nos pasa antes que guardar silencio por no encontrar la expresión justa. Muchas veces nos enfrentamos en la oscuridad, alma contra alma, desconociendo que ambos sentimos exactamente lo mismo. Y nos pasa la vida encerrados en la ignorancia, aislados por no saber comunicarnos.

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